Algunas de las páginas más bonitas del mundo del deporte hablan de remontadas épicas y desde este domingo existe una más de esas páginas en la historia del baloncesto. Su protagonista ha sido el Olympiacos que se ha proclamado campeón de la Euroliga tras remontar en poco más de un cuarto 19 puntos al CSKA de Moscú que durante muchos minutos controló la final y se vio con el título en el bolsillo. Y es que hasta los instantes finales del último periodo el Olympiacos estaba haciendo un partido pésimo. Los griegos estaban perdiendo de cerca de 20 puntos y estaban ayudando a dejarnos una de las finales más aburridas de la historia de la competición. Sin embargo, un partido poco brillante tuvo un final excelso cuando sobre la bocina Giorgos Printezis recogió una asistencia de Vassilis Spanoulis para anotar el tiro que daba a Olympiacos su segunda Euroliga, siempre con Dusan Ivkovic en el banquillo que vuelve a llevar el título a Grecia a sus 68 años. La final de consolación es ese partido que nadie quiere disputar porque en juego hay poco más que el orgullo y los protagonistas saben que no son más que los teloneros de la gran fiesta que llega horas después. Sin embargo, ya que tienes que jugarlo, mejor ganarlo y eso es lo que ha hecho el Barça que ha conseguido la tercera posición en la Final Four de Estambul al imponerse a Panathinaikos por 69-74.

Hasta los instantes finales del último periodo el Olympiacos estaba haciendo un partido pésimo. Los griegos estaban perdiendo de cerca de 20 puntos y estaban ayudando a dejarnos una de las finales más aburridas de la historia de la competición. Sin embargo, un partido poco brillante tuvo un final excelso cuando sobre la bocina Giorgos Printezis recogió una asistencia de Vassilis Spanoulis para anotar el tiro que daba a Olympiacos su segunda Euroliga, siempre con Dusan Ivkovic en el banquillo que vuelve a llevar el título a Grecia a sus 68 años.

Lo cierto es que la emoción del final y de todo el último cuarto contrastan con lo que había sido el partido hasta ese momento. Ambos equipos salieron muy atenazados al partido y en el primer cuarto nos dejaron un recital de perdidas, errores e imprecisiones que hacían el juego muy poco vistoso. La producción ofensiva de ambos equipos fue paupérrima como indicaba el 6-5 que reflejaba el marcador cuando se llevaban siete minutos de juego.

Era raro que con todas las estrellas que había en el campo y tratándose de una Final Four estuviéramos viendo aquel lamentable espectáculo. Afortunadamente el paso de los minutos hizo despertar a algunos jugadores siendo el primer en surgir Milos Teodosic. El serbio vivió unos minutos mágicos y con tres triples de forma consecutiva animó la final y dio a CSKA su primera ventaja importante (25-13).

El Olympiacos se mostró impotente en ataque y solo Spanoulis y Papanikolau podían aportar algunas canasta. Al descanso, los griegos solo habían conseguido 20 puntos y las cosas se le complicaron más en la reanudación porque aparecían Kirilenko, Krstic, Shved y Teodosic que con un nuevo triple abría la brecha en el marcador hasta los 16 puntos. En el minuto 28, el marcador era de 53-34, solo tres hombres habían anotado en juego en Olympiacos y todo parecía decantado a favor de un CSKA donde en las caras de sus jugadores empezaban a leerse la sonrisa del triunfo.

Pero el deporte, en ocasiones, da lecciones valiosas a aquellos que cantan el triunfo antes de tenerlo completamente atado y eso le ocurrió a CSKA. El equipo ruso entró en el último cuarto relajado y Olympiacos encadenó un 14-0 de parcial que ponía el 53-48 en el marcador. Parecía que aquello podía quedarse en un último tirón de orgullo del conjunto heleno que pronto vio como Kirilenko volvía a pista para estirar la diferencia a los 7 puntos.

Sin embargo, Papanikolau (18 puntos) acercó a los suyos a solo 4 puntos con un triple despúes de una serie de decisiones desacertadas de Teodosic y dejó la final abierta para el último minuto. En cualquier caso, CSKA tuvo la opción de sentenciar desde el tiro libre pero Teodosic falló un tiro dejando a los griegos 18 segundos y 3 de desventaja (61-58). CSKA hizo falta para evitar que Olympiacos lanzaro un triple y entonces Papanikolau colocó a los suyos a un punto (61-60). El CSKA recibió entonces falta y de ahí al final gran sorpresa por un mítico de la Euroliga como Ramunas Siskauskas falló los dos tiros libres.

Quedaban entonces 9 segundos para el final y Spanoulis se fue hacia el aro ruso penetrando por el centro. Las ayudas llegaron para tapar a la estrella de Olympiacos que no fue egoista, cedió a Printezis que había quedado librado y este tiró una especie de bandeja que entró cuando quedaban 0,7 décimas para el final, un tiempo en el que CSKA ya no pudo hacer absolutamente nada.

Con este final, Olympiacos conquistó su segunda Euroliga a pesar de que había llegado a Estambul en condición de cenicienta. En contraposición, el CSKA se quedó sin premio a pesar de ser el favorito a hacerse con el torneo.